Ayera

En Ayera se topará el visitante con uno de esos lugares que ofrecen sorpresas más allá de las apariencias.

Algunas de sus casas muestran la buena tradición constructiva de la zona, mostrando portadas bien doveladas y bases de sillería.

El caserío rodea la iglesia parroquial, dedicada a San Miguel, con planta de cruz latina, cubierta con cúpula en el crucero y bóveda de lunetos en el resto, configurando así una estructura muy habitual en el siglo XVII.

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A escasos 200 metros, al nordeste de la población, se encuentra la ermita de San Esteban o San Fertús. Se trata de una sencilla construcción medieval que conserva algunos arcos apuntados realizados con dovelas de buena sillería. Destacables son las tumbas antropomorfas que se encuentran en su entorno, que dirigen su eje en dirección este-oeste, como era habitual en tiempos de reconquista.

Tomando la ermita como punto de partida se podrá acceder hasta la ubicación de la conocida como “piedra de los moros”. Se sitúa a unos 1500 metros al norte-nordeste del pueblo, si tomamos la pista que pasa a poniente de la ermita de San Esteban. Se trata de un afloramiento rocoso manipulado morfológicamente; con el aspecto de un gran falo perfectamente esculpido, emerge entre campos de cereales y rodeado de bosque de encinar a medio camino entre Ayera y Castilsabás. Se trata de una roca relacionada con ritos esotéricos asociados a la fertilidad. De hecho, en su interior, queda espacio justo para una persona en cuclillas.

Una comarca, cuatro espacios de contraste

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