Nuestra vista va ascendiendo su mirada por el cerro de forma cónica sobre el que se dispone la localidad. Se trata de una formación de arenisca bastante escarpada, en cuya falda meridional se dispone el casco urbano.
Sus casas nos hablan de la arquitectura tradicional del Somontano, con portadas adoveladas con piedras de gran tamaño, como Casa Luesia, con escudo en la fachada y leyenda.
Sus elementos de interés nos llevan desde la existencia de los contundentes restos de una antigua fortificación medieval; la parroquial, dedicada a San Bartolomé y deudora del renacimiento; o la ermita de Santa Bárbara, hasta llegar a su pozo-fuente, presumiblemente anterior a la época de dominación árabe.
No nos olvidemos de uno de los hitos naturales y culturales de la población, que forma parte de la llamada “Ruta de las piedras fecundantes”, y a través de la que podremos visitar la llamada “piedra mujer”.
Su enclave es ciertamente original, ya que tanto su casco histórico como la iglesia parroquial, y los restos de su castillo, asientan sobre un banco de arenisca. En él están excavados algunos recintos.
Su parroquial está dedicada a San Juan y su origen es románico, a pesar de reformas posteriores. Alrededor de la misma se ubica el camposanto, desde donde dispondremos de las mejores panorámicas de la Hoya de Huesca desde esta perspectiva este.
En el año 1099 el rey Pedro I de Aragón confirmó su pertenencia al Castillo-Abadía de Monteragón. Hoy pertenece al municipio de Angüés.
En los alrededores podemos encontrar algunos elementos de gran interés cultural y natural: la llamada piedra fecundante, relacionada con ritos asociados a la fertilidad, y el antiguo horno de cal.
Ya desde lejos, la esbeltez de su torre nos saluda en la distancia, primando en su cima su característico esconjuradero.
Centrando todo el casco histórico de la población sobresale la iglesia, dedicada a la Purificación de Nuestra Señora, que cuenta con orígenes románicos, si bien su estructura y estética generales le deben todo su esplendor al barroco aragonés.
Angüés conserva buenos ejemplos de arquitectura civil típica del piedemonte de Guara, con dinteles tallados en piedra del siglo XVII.
En los alrededores de la población, en el camino viejo de Casbas, se encuentra su pozo-fuente, huellas de la cultura árabe en la localidad. Se trata de una fuente aljibe excavada en la tierra, que se compone de cuatro cámaras abovedadas con sillería y una larga escalinata que da acceso a ella.
La población se halla situada en el punto medio de la vía que articula el Somontano Altoaragonés, antiguo Camino Real; la población fue reconquistada a la morisma en el año 1093 por Sancho Ramirez, perteneció posteriormente en señorío al Monasterio de Montearagón y se documenta desde fines del siglo XI como villa.
Angüés se sitúa como punto de entrada, en dirección norte, al Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, con enclaves naturales próximos como el barranco del Formiga, el embalse de Calcón o el mismo Tozal de Guara, techo del Prepirineo con sus 2.078m de altitud.
Otro elemento de interés, a medio camino entre el patrimonio cultural y natural, es la denominada “Ruta de las Piedras Fecundantes”: se trata de curiosas cavidades en grandes formaciones de arenisca a las que se atribuyen antiguos ritos paganos de fertilidad. Estas formaciones se encuentran en las proximidades de los tres núcleos de este municipio: Piedra Mujer, en Angüés; piedra fecundante en Bespén y Piedra Mujer en Velillas.
Angüés celebra sus fiestas el 3 de Febrero, por San Blas, pero también el primer domingo de octubre, por Nuestra Señora del Rosario.