Hace ya… ¡dos años! Madre mía… cómo pasa el tiempo… Parece que fue ayer cuando las circunstancias personales me trajeron aquí, a esta tierra tan hermosa. Una tierra que poco a poco se ha convertido en el mejor regalo que ha podido llegar a mi vida.
Con la ilusión que generan las primeras nieves de la temporada empezamos el mes más mágico del año, aunque también ¡el más corto! Y es que entre tanta fiesta y entretenimiento, tan pronto como diciembre asoma su perfil lo perdemos en el horizonte, dejando atrás un año más y recibiendo el año nuevo entre desconcierto y perplejidad.
¡¡Sí!! ¡¡Por fín!! Parecía que el otoño estaba empezando a transmutarse en “veroño”, pero no, el naranja ya está aquí, combinando con los verdes apagados y el amarillo tintado. La belleza de los cambios estacionales es impagable, y aquí, no tiene precio.
¿Te apetece gozar de una mañana despejada donde el color sea el protagonista? ¿Te imaginas una cumbre desde la que contemplar los contrastes de un otoño luminoso y colorista? Entonces estás en el sitio y en el momento adecuado. Los caminos de la Hoya de Huesca son infinitos para recorrer los cambios de estación, las fases de la caída de las hojas y su transformación en manto de bienvenida a una época de reposo, de escalonado letargo, de necesario descanso de los bullicios del verano.