Mallos, Nabatas y nuevas miradas

Cuando hablamos del Reino de los Mallos siempre aparecen en nuestra memoria los icónicos paisajes de Riglos, Murillo de Gállego y Agüero. Pero déjanos en esta ocasión ampliar la mirada y, sin dejar a un lado estos imprescindibles destinos de la Hoya de Huesca, acercarte hasta otros parajes menos conocidos pero llenos de arte, cultura y paisajes inolvidables.

Comencemos así por esos entornos tan reconocibles a nivel internacional. En primer lugar, Riglos. Sus imponentes mallos nos acompañan en un viaje paralelo al río Gállego. Tanto si vienes desde el norte como desde el sur, el perfil de su espigada figura no deja indiferente a nadie.

Se trata de unos conglomerados calizos que se formaron en el Terciario, erosionándose posteriormente por el agua, la lluvia y el viento hasta convertirse en las paredes verticales que ahora vemos, imponentes y rojizas, debido a la existencia de hierro y arcillas en su composición. Si quieres acercarte a contemplar más de cerca su monumentalidad, no lo pienses, porque ya han comenzado las visitas guiadas gratuitas al pueblo de Riglos y sus mallos. Cada domingo hasta el 25 de Junio puedes disfrutar de esta actividad con toda la familia.

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Aunque Riglos es considerado uno de los lugares de escalada con mayor renombre de la provincia de Huesca, hablemos del turismo activo justo en la población situada en frente, Murillo de Gállego. Allí es donde el aprovechamiento del cauce y de los rápidos del río Gállego ha hecho de la zona un punto internacional de encuentro entre los aventureros acuáticos.

Para disfrutar de este tipo de entretenimiento, muy apropiado para familias y amigos, hay que tener en cuenta la importancia de un guía profesional, por eso te recomendamos ponerte en contacto con las empresas de turismo activo que operan en la zona. Pero si lo que te interesa es el lado cultural de esta riqueza natural de la Galliguera, es decir, el río, que da nombre así a toda la zona, no te puedes perder las XV Jornadas del Río Gállego.

Con todas estas actividades se pretende acercar el antiguo trabajo de los nabateros a niños y adultos. Antaño, vecinos de Murillo, Santolaria y otros pueblos de los alrededores se dedicaban a transportar madera flotando por el río. Cuando llegaban a Murillo se ataban los troncos formando nabatas (unas balsas rudimentarias) para así empezar un intrincado descenso hasta Zaragoza que duraba dos días. Hoy sólo llegamos hasta Santolaria, pero el viaje es excitante, emociona revivir una costumbre perdida hace más de 50 años y que sus habitantes se ocupan de no olvidar y de revitalizar año tras año.

Agüero

No podemos olvidarnos de nuestro tercer invitado, Agüero, con esos mallos que enamoran cuando, al atravesar una de las últimas curvas de la carretera comarcal HU-534, aparecen dando una impactante bienvenida al visitante. Los mallos hacen del callejero del pueblo una aventura singular. Son muchas las rutas que podemos disfrutar desde aquí: la circular de los mallos, la ruta hasta San Felices o la que llega hasta Villalangua

Son infinidad de posibilidades para una tierra llena de ellas, igual que de románico, como el que encontramos en la iglesia de San Salvador o la iglesia de Santiago, ambas en Agüero, la parroquial de Murillo, o las impresionantes muestras de un arte que se enriquece con el paso del tiempo, como es el caso de Loarre o la Colegiata de Bolea, monumentos que dan entrada a este Reino de los Mallos.

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Si trazamos ahora esa mirada ampliada de la que hablábamos al principio, veamos la imagen de aquí arriba: el puente de hierro sobre el pantano de la peña. Gran riqueza de estas delicadas y bellas obras de ingeniera posee la provincia. En este caso se trata de una obra muy habitual en la época: un proyecto de Severino Bello de entre los años 1904 y 1913 que nos habla de una obra de acero, de tramo recto, que apoya en tres pilas de hormigón revestidas de sillares de piedra caliza aberrugada. La viga en celosía da al puente un aspecto ligero y artístico. Desde luego, merece la pena una parada y el disfrute de sus perfiles.

Triste

Si seguimos nuestro camino hacia el norte llegaremos al Valle de La Peña, donde Santa María de la Peña parece controlar desde el promontorio las aguas almacenadas en el pantano, y si seguimos por la A-1205 hacia Jaca, nos encontraremos con las poblaciones de Triste, en la imagen, Centero, Ena o Rasal. En el primero encontramos una hermosa iglesia junto al embalse; reconstruida en el siglo XVIII todavía conserva su torre románica del siglo XII, elemento que centra la mirada, así como un callejero de edificios señoriales que dan cuenta de su antigua importancia.

También Rasal o Ena muestran elementos sobresalientes dentro de la arquitectura popular, como son sus “espantabrujas”, que embellecen los tejados al tiempo que cumplen su función mágica de espantar los malos espíritus… Centenero, por otro lado, al tiempo que conserva importantes ejemplos de arquitectura popular, como Casa Simón (siglo XVIII), da muestras de un importante patrimonio románico, desde la parroquial hasta las ermitas de Santa Isabel y Santa María.

Centrando este Reino de los Mallos, Ayerbe, población comercial que puede enorgullecerse de un gran patrimonio cultural y natural: el Palacio de los Urriés, un palacio de planta cuadrada que sigue una factura renacentista; el Centro de Interpretación Ramón y Cajal, la torre de San Pedro, la del reloj, su fuente popular o el cerro de San Miguel, que nos da la bienvenida cuando vamos acercándonos a la ciudad, y que tiene la peculiaridad de poseer dos cumbres; en una de ellas se erige la ermita del mismo nombre, y al otro lado, los restos de la Iglesia castrense de San Juan.

Biscarrués3

No muy lejos de Ayerbe se encuentran Santa Eulalia de Gállego o Santolaria, lugar donde finaliza el recorrido nabatero que tendremos la oportunidad de ver en este mes; Erés, con su puente colgante; y Biscarrués, en la imagen superior, del que podemos recomendar su “ruta de la piedra” de arquitectura popular, el circuito BTT del castillo de Artasona, o las tumbas romanas que se encuentran por los alrededores.

Para finalizar, seguimos ampliando miradas: Villalangua (imagen inferior), en la zona más al Noroeste de la comarca, donde podemos disfrutar de las ricas variedades faunísiticas dentro del pinar que lo circunda, convirtiéndose además en punto de partida para llegar a uno de los miradores de carácter ornitológico más importantes de nuestro territorio: la Foz de Salinas y la Osqueta (sólo hay que tomar el sendero que nos lleva hasta Agüero).

Villalangua

Si hay algo que une a todos estos lugares es la posibilidad de mezclar en un mismo entorno lo cultural, natural, gastronómico, el turismo activo y el ornitológico. Como vemos, lugares apetecibles para todas las edades y para todos los gustos, sólo tienes que elegir lo que mejor te va. Nosotros te sugerimos, tú eliges tu plan. 

¡Hasta la próxima!

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