A orillas de la Galliguera

Se asoma abril, comienza la plena primavera: se oyen las lluvias, el rumor del agua, la crecida de los ríos… Agua, agua y más agua. Fuente de vida, de aventura, de trabajo, de paisajes espectaculares, el agua es el protagonista del post de hoy, y este es mi humilde homenaje a un río esencial de la comarca de la Hoya de Huesca: el río Gállego.

 

Murillo Hoya de Huesca

 

La ruta que hoy comenzamos es una de las visitas más antológicas a la comarca, y por supuesto, aquella que siempre reclama atención entre los foráneos, quiero decir, que casi siempre que vienen a verme amigos de Estambul, o aquellos que se encuentran viviendo en otros países de Europa, o incluso en otras regiones de España, el río Gállego y sus dominios se presentan como imprescindibles parajes a compartir con todos ellos.  

 

RíoGállego HoyadeHuesca 

Personalmente, cada vez que  me aproximo, sola o acompañada, a las tierras de la Galliguera, me gusta hacerlo poco a poco, sin prisa, parando un poquito aquí y otro poquito allá…

 

OrillaGállego HoyadeHuesca

 

Ayerbe sale al paso como portal y entrada de la Galliguera.

 

Ayerbe HoyadeHuesca

 

Llegar hasta la plaza es todo un encuentro entre pasado y presente. Sus soportales y su amplio espacio nos hablan de trasiego, de mercado, de intercambios… Ese transitar, ese ir y venir, se sigue manteniendo, sobre todo cuando vemos pasar a aquellos que han querido llevarse su buena ración de pan o de refollaos. Contemplando la escena, el imponente Palacio de los Marqueses de Urriés, que dota a la entrada de la ciudad de una monumentalidad serena y bella. No hay quien quede ajeno a su perfil, como tampoco a su torre del reloj.

 

AyerbePlaza HoyadeHuesca

 

Aquel que lo desee podrá perderse por sus entresijos, por sus calles y callejones, encontrar el Centro de Interpretación de Ramón y Cajal, científico nobel que pasó su infancia en la villa, a la que siempre consideró su patria chica; o acabar ascendiendo hasta la ermita de San Miguel, en lo alto del cerro del mismo nombre, muy cerca del castillo árabe de Os Muros y su amplia panorámica… Sin duda, un entorno que te transporta, desde sus monumentos, desde sus paisajes…

 

ParroquialAyerbe HoyadeHuesca

 

Momento es ahora de dar protagonismo a esos puntos que generalmente no lo tienen tanto, por escaparse en las carreteras, por quedar relegados frente a parajes más reconocidos o reconocibles. Mi parada y mi homenaje lo tiene ahora Concilio, un pequeño pueblito en la orilla izquierda del río Gállego que parece dividirse en dos por la carretera, dejando a un costado el núcleo grueso del lugar, y al otro, la encantadora ermita de Santa María, donde el románico hace de su presencia encanto, dotando al enclave de otra perspectiva, enriqueciendo con su delicado perfil las hermosas vistas del entorno.

 Concilio HoyadeHuesca

 

Si seguimos hacia el norte nos encontramos con los tres bastiones más imponentes de la Galliguera. Me refiero a Agüero, Murillo de Gállego y Riglos. A uno y otro lado del río se levantan tres de los enclaves más fascinantes. Protagonistas y testigos de esta fascinación son los mallos, que se yerguen con imperiosa verticalidad, como guardianes del río, y es que estamos en el Reino de los Mallos, el Reino de Doña Berta (esposa del monarca Pedro I de Aragón, cuya dote incluía la regencia de estos territorios), donde peña Rueba se levanta presta, así como Peña Sola, el Firé o el Pisón, soberanos entramados de conglomerado que te harán ascender la vista, perder el equilibrio y llenar de belleza tu mirada. Todo eso te espera aquí. Apetece, ¿no?

 

Riglosvertical HoyadeHuesca

 

La carretera nos lleva de la mano, primero Riglos, donde nos permite acercarnos hasta los majestuosos bloques de piedra, omnipotentes y omnipresentes, que forman el sello del lugar y que nos sellan para siempre con su majestuosidad.

 

PeñaRuebayRiglos HoyadeHuesca

Mallos Murillo HoyadeHuesca

 

Justo en frente, Murillo de Gállego y su icónica peña Rueba. Aunque Murillo es epicentro de los amantes de las actividades en la naturaleza, y sobre todo en el río (hidrospeed, rafting…), su casco urbano está cuajado de detalles patrimoniales muy valiosos: el entramado ascendente, la parroquial de San Salvador, la ermita de la Virgen de la Liena, y en lo alto, un mirador incomparable de los mallos y del relajante planeo de los buitres, que vuelan al compás del incansable descenso del río.

MurilloSanSalvador HoyadeHuesca

 

Tras ellos, y algo más escondidos, los mallos de Agüero. La estrecha y sinuosa vía que nos lleva hasta esta población y sus mallos cumple el milagro de ir desgranando, poquito a poco, el misterio que nos espera al final del camino. Ese misterio que se inicia por la pasión del descubrimiento, que poco a poco ilumina la incertidumbre. La travesía hasta Agüero no sólo me permite ir accediendo poco a poco a la belleza del lugar y su patrimonio cultural (la parroquial, la ermita) y natural, sino también ir recordando cómo su misterio se añade a otro de los misterios de mi vida; y el cómo mi abuela acabo desvelándome una de sus historias más ocultas. Cada curva de la carretera me cuenta paso a paso cómo la vida puede sorprendernos a veces.

Agüero HoyadeHuesca

 

El punto de partida: la visión de una carta en un cajón. La encontré un día de primavera, en su casa, mientras preparaba la comida; y aunque con recelo, acabe leyéndola. Se trataba de una carta de amor. Su nombre, Chusé. Sus palabras, hermosas.

 SAntiagoAgüero HoyadeHuesca

Mi abuela, finalmente, acabó contándome la historia.

Todo comenzó en Chile, en los años 50. Mi abuela estaba casada, había huido junto con mi abuelo de la guerra civil. Poco a poco se fueron estableciendo y haciendo amistades. Casualidades de la vida hicieron que una pareja de Sierra Estronad, despoblado cercano a Santolaria, tropezara en la vida de mi abuela Luisa, dándole a conocer a Chusé, soltero de la familia. Su encuentro fue un amor a primera vista, pero, un amor imposible… Sin embargo, la complicada situación no desalentó los sentimientos de él: Chusé escribía a mi abuela cada vez que podía, con respeto, con el corazón, a sabiendas de la realidad. Qué curiosa es la vida… Al enviudar mi abuela, ella decidió trasladarse hasta Huesca, con la esperanza de encontrar, en algún momento, referencias de Chusé… Y las encontró… Mejor dicho, la vejez los encontró en Agüero, en la residencia que allí existe, allí donde el destino quiso que finalmente se cruzaran Chusé y mi abuela…

 

AgüeroSelnur HoyadeHuesca

 

Quizá sea por eso que Agüero siempre es para mí una visita muy especial, llena de recuerdos, llena de emoción. Pero, aparte de lo personal, Agüero siempre sorprende, por su imprevista aparición al final de la última curva: majestuoso, imponente, hermoso.

 Santolaria HoyadeHuesca

 

Curiosamente, Chusé era nabatero, y nos encontramos de lleno en el lugar de las nabatas: Murillo, Biscarrués, Erés, Santolaria… Todos ellos se unen en torno al día 23 de Abril, día de San Jorge, patrón de Aragón, para rememorar aquellos trabajos: el traslado de la madera por el río, desde el Pirineo o desde San Juan de la Peña, hasta el llano o hasta la costa, por el Ebro.

 

SantolariaPuente HoyadeHuesca

Nabata

 

Ver hoy cómo se preparaban en sus quehaceres, cómo construían las nabatas o almadias, es un espectáculo digno de disfrutarse. El desarrollo de toda esta actividad y el descenso de las nabatas por el río Gállego nos llevan a un merecido homenaje al territorio, al agua, a la vida.

 

nabata2

 Nabatas3

 

Recojo de nuevo la historia de amor de mi abuela, que me viene bien para terminar esta historia de agua, y hacer ese símil tan repetido como cierto, y es que la vida es un río, que te lleva al mar, como decía Manrique. Por eso, está bien que visitemos esos ríos de vida que nos rodean, como el Gállego, y disfrutar lo máximo de ellos, porque siempre nos llevan al mar.

 

Santolaria3 HoyadeHuesca

¡Gracias por leerme!

Nos vemos en mayo.

Selnur.

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