La situación de la Hoya de Huesca como punto de encuentro de las estribaciones pirenaicas con la llanura que se extiende hacia el valle del Ebro ha impreso a esta comarca un carácter de tierra de fusión de culturas y modos de vida a lo largo de su historia, con la Reconquista en el siglo XI, la anterior división de culturas dio paso a una larga convivencia, pero conservando los matices culturales que marca el entorno natural y geográfico de los pueblos.
Vamos a hacer un paseo por el tiempo por los vestigios que puede visitar en este territorio:
PREHISTORIA. En el territorio de la Hoya de Huesca hay constancia de presencia humana desde el Paleolítico. Estos primeros pobladores dejaron a lo largo de la Prehistoria múltiples muestras de sus progresos tecnológicos y de los cambios en sus creencias y mentalidades. Importantes yacimientos arqueológicos han aportado numerosas muestras de la cultura material. Algunas de las más destacadas y sobresalientes pueden visitarse en el Museo Histórico Provincial de Huesca, donde se compone un interpretación didáctica y secuencial de esta evolución humana a través de materiales líticos, herramientas de hueso y asta, piezas metálicas y útiles cerámicos. Pero también sobre el territorio podemos visitar singulares manifestaciones de sus ritos funerarios. Hace 4.000 años (en torno al 2.000 a.C.) se levantaron monumentos megalíticos en distintos puntos de la sierra, como el dolmen de Piatra en Belsué o el Palomar en Nocito.
La ROMANIZACIÓN entra en la Hoya en el siglo III a.C. La llegada de Roma supuso provocó, entre otros efectos, un impulso definitivo al proceso de urbanización. La Bolskan íbera deviene en la Osca romana, importante municipio de la Hispania Citerior. La ciudad acuña moneda, se dota de soberbias infraestructuras (murallas, templos, teatro…), permite el florecimiento de villae en su entorno como Bajocuesta en la carretera de Apiés o incluso impulsa la construcción de ingenios y arquitecturas que garanticen el abastecimiento de agua para sus habitantes y campos de cultivo con canalizaciones y acueductos como el vestigio conservado en Quicena.
Sin embargo, son las calzadas uno de los elementos más distintivos y estratégicos para el proceso de romanización. Gracias a su red de calzadas las legiones pueden moverse con agilidad, el territorio se articula y se dinamiza el comercio. Toda la Hoya se encuentra atravesada por rutas que transitan de norte a sur y de este a oeste quedando algunos tramos como el perteneciente a la vía Osca-Ilerda que se conserva en la localidad de Pertusa, un punto neurálgico en el entramado de comunicaciones romanas en al norte del Ebro.
En su ÉPOCA MEDIEVAL las sierras del norte desempeñaron un importante papel de frontera entre cristianos y árabes, los primeros circunscritos a la zona montañosa y los segundos dominando la fértil llanura sur.
Estas sierras fueron aprovechadas para la construcción de castillos defensivos y atalayas de vigilancia en aquellos tiempos de avance del Reino de Aragón desde su origen en el entorno de Jaca y San Juan de la Peña hacia el sur y el este.
Este patrimonio ROMÁNICO DE TIPO MILITAR ha dejado en La Hoya muy buenos ejemplos, como son el castillo de Marcuello –en Linás de Marcuello–, el castillo de Loarre, el castillo de Ordás –en Nueno– y la torre de Santa Eulalia la Mayor. Fuera de la línea montañosa, el castillo de Montearagón, en Quicena, fue decisivo para la reconquista de la Huesca musulmana cuyas murallas árabes fueron franqueadas en 1096 por el rey aragonés Pedro I; otras fortalezas de esta época son el castillo de Almudévar y el de Novales, en la parte meridional de la comarca, así como la muralla de Antillón, elemento defensivo de la localidad.
Una vez cumplida la función militar de los castillos, éstos eran ocupados por órdenes religiosas para articular la repoblación y el adoctrinamiento de los enclaves reconquistados al dogma cristiano, junto con los monasterios de nueva creación.
De este ROMÁNICO DE TIPO RELIGIOSO La Hoya de Huesca es rica en elementos a descubrir, destacando los presentes en el castillo de Loarre, que ofrece el contraste entre los caracteres del románico lombardo del recinto inicial y el románico jaqués posterior. También el castillo–abadía de Montearagón albergó una comunidad de monjes, siendo durante un largo periodo que superó la Edad Media una riquísima abadía que articuló territorios, bienes y población de un amplio radio.
Asimismo son citas ineludibles con este patrimonio románico la iglesia de Santiago, en Agüero, inconcluso proyecto de lo que iba a ser una derivación del Monasterio de San Juan de la Peña. También la iglesia de San Pedro el Viejo, en Huesca, que perteneció a un monasterio benedictino edificado sobre una anterior iglesia mozárabe. Conserva su hermoso claustro, donde se abre el segundo y último Panteón de Reyes de todo el territorio aragonés; en él descansan los restos de Alfonso I El Batallador y Ramiro II El Monje, autor de la sangrienta Campana de Huesca y artífice de la Corona de Aragón al casar a su hija con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.
El románico es sin duda el estilo artístico predominante en La Hoya de Huesca, donde podrá descubrir otros interesantes ejemplares en las iglesias parroquiales de buen número de localidades, si bien enriquecidas en épocas posteriores. Por otra parte, en la ciudad de Huesca se encuentra el más destacado elemento del ROMÁNICO CIVIL de La Hoya: se trata de las dependencias del Palacio de los Reyes de Aragón, que actualmente forman parte del conjunto del Museo de Huesca –Provincial de Arqueología y Bellas Artes–, suponen uno de los más destacados elementos de románico civil de La Hoya, que a su vez mantienen la lúgubre Sala de la Campana.
En el otro lado, la CULTURA ÁRABE también ha dejado su impronta en La Hoya de Huesca. Así, además de la propia muralla de la capital, datada en el siglo IX, hay interesantes ejemplos de ruinas de fortalezas árabes como los restos del castillo de Los Muros, en Ayerbe, o el de Tan Wa Man, en lo alto del Salto de Roldán. En la parte meridional de la comarca, el castillo árabe de Piracés –también conocido como Piedra del Mediodía– es el mejor exponente de este tipo de fortalezas que aprovechaban roquedales en sitios estratégicos para la edificación con ahorro de recursos.
En 1172 fue fundado el Monasterio CISTERCIENSE de Nuestra Señora de Gloria, en Casbas de Huesca. Este centro monástico se ha mantenido activo bajo su dogma ora et labora desde sus inicios hasta esta última década.
El tiempo sigue avanzando, y con el nacimiento de las ciudades surgen nuevas formas de convivencia, una nueva concepción de la vida y de la sociedad, nuevos estilos arquitectónicos y artísticos. Llega el GÓTICO, con el mayor exponente en la Catedral de Huesca.
En su factura actual, fue iniciada en el siglo XIII y por diferentes avatares no pudo ser acabada hasta el XVI. En su diáfano interior destaca sin duda su Retablo Mayor, obra maestra de la escultura renacentista realizada en alabastro en el siglo XVI por Damián Forment. Muchas otras obras de arte se despliegan a ambos lados del templo. En un lateral, aprovechando la anterior Sala Capitular y el antiguo Claustro, se ha habilitado el Museo Diocesano, que conserva numerosas obras de arte religioso de la diócesis, entre los que destaca el Retablo de la Abadía de Montearagón.
Tiempos modernos… y hasta hoy.
En tiempos del RENACIMIENTO, son numerosas las expresiones escultóricas y pictóricas manifestadas a través de RETABLOS, muchos de los cuales se pueden admirar en el Museo Diocesano de Huesca. Por su parte, la Colegiata de Bolea, del siglo XVI, es sin duda el monumento más emblemático de esta época. Su luminoso interior alberga interesantes obras, destacando el Retablo Mayor, espectacular conjunto de mazonería y esculturas que acogen veinte tablas pintadas al temple con influencia flamenca y del Quattrocento italiano, realizado a finales del siglo XV por el Maestro de Bolea.
En la época renacentista se desarrolla la construcción civil, de casas de la ciudad –hoy ayuntamientos– y casas solariegas. Buenos ejemplos de este estilo renacentista aragonés son el Ayuntamiento de Huesca; el antiguo Ayuntamiento de Loarre; el Palacio de los Urriés, de Ayerbe; el Palacio Villahermosa, la Casa Oña y la Casa Claver, en Huesca; así como numerosos ejemplares diseminados por la geografía de La Hoya de Huesca, todos con la tipología de ladrillo a la vista, galería de arcos en su parte superior y destacado alero, todo en un conjunto caracterizado por la armoniosa simetría.
También caracterizan al final del siglo XVI las numerosas torres alzadas exentas o sobre las iglesias, constituyendo los puntos más emblemáticos de nuestros pueblos. Así, cabe destacar, entre otras, las de Aguas, Loporzano, Angüés y Pertusa, ésta última de estilo herreriano y cuyo interior alberga una cripta románica. Algunas de estas torres fueron construidas bajo estética MUDÉJAR, como las de Alcalá de Gurrea, Montmesa y Nueno, que representa el ejemplar de este estilo artístico más septentrional.
En tiempos más cercanos, del BARROCO sobresalen en la ciudad de Huesca la Basílica de San Lorenzo y la iglesia de Santo Domingo y San Martín. En la misma capital, el edificio del Museo Provincial, construido para albergar las aulas de la Universidad de Huesca, es un referente civil de la época.
Más adelante, entre los SIGLOS XIX Y XX se desarrollan varios estilos arquitectónicos; por un lado, la arquitectura historicista, de imitación de estilos anteriores en construcciones nuevas, es especialmente visible en Huesca: colegio de Santa Ana, delegación de Hacienda, edificio de Correos, teatro Olimpia. También Huesca cuenta con el Casino (1901), el mejor exponente del Modernismo en este territorio, así como con buenos ejemplares de obra civil de estilo racionalista y actual. En este epígrafe de arte contemporáneo, en su vertiente escultórica, y dentro del programa Arte y Naturaleza, gestionado en la provincia desde el CDAN –Centro de Arte y Naturaleza– de Huesca, dos interesantes manifestaciones se encuentran ubicadas en los enclaves naturales de La Hoya: el cerro de Piracés y la chopera de Belsué. La naturaleza eterna, escenario del arte actual.
Una vez más, la Hoya de Huesca es fusión y diversidad.
turismo militar
La Guerra Civil española plantó su frente de batalla durante un largo periodo de tiempo sobre el escenario de la Hoya de Huesca, dando lugar al establecimiento de un extenso y diverso catálogo de INFRAESTRUCTURAS Y EQUIPAMIENTOS MILITARES. Ambos bandos cavaron trincheras, excavaron refugios subterráneos, construyeron búnkeres, casamatas, polvorines o refugios antiaéreos.
En Siétamo y Tierz se han conservado y señalizado algunos de los más completos sistemas de trincheras republicanos, lugares donde combatieron ilustres intelectuales europeos integrados en las Brigadas Internacionales como George Orwell, Willy Brandt o John Cornford. También en Puilatos (Gurrea de Gállego) se conserva un entramado de trincheras y refugios subterráneos, en este caso concebidos por el bando franquista.
Destacar también el conjunto de elementos que se pueden visitar en la localidad de Vicién, que ejerció como centro de mando de las fuerza anarquistas en la zona. En este pueblo de la Hoya de Huesca se conservan pintadas de casas requisadas, refugios antiaéreos, un polvorín y una cueva de transmisiones excavadas en roca o la adaptación y utilización para uso militar que se realizó de un imponente pozo de hielo.
cultura popular: elementos etnográficos
La Hoya de Huesca cuenta con interesantes manifestaciones de patrimonio etnológico y simbólico directamente vinculado al medio natural, en muestra de la íntima relación del hombre con su entorno.
Por un lado, un amplio conjunto de POZOS DE HIELO Y NIEVE, utilizados para almacenar el hielo o la nieve del invierno para su posterior utilización en época estival; entre ellos destacan en La Hoya los de Vicién, Almudévar, Salillas, Casbas de Huesca y Nueno.
Por otro lado, la búsqueda del agua de manantiales subterráneos que arranca de época medieval y tiene huella árabe, siendo los mejores ejemplos de POZOS–FUENTE los de Albero Alto, Piracés, Antillón, Blecua, Ola, Velillas y Angüés.
Las BODEGAS SUBTERRÁNEAS, excavadas en los cerros de los núcleos de población, son el tercer grupo de elementos de nuestra cultura popular, de origen antiguo. Son especialmente numerosas en las localidades de Almudévar, Alcalá de Gurrea, Puibolea, Bespén, Blecua o Antillón.
Actualmente continúan en su mayor parte activas para uso doméstico privado. El Centro de Interpretación de la vid, las bodegas y el vino, de Almudévar, nos acerca a este tipo de patrimonio popular.
Por su parte, a medio camino entre cultura, etnología y simbolismo, se encuentra la ruta de las PIEDRAS FECUNDANTES, vinculadas a rituales de fecundidad de origen remoto, peñas trabajadas por la mano del hombre dándoles formas de aparato reproductor convirtiéndolas así en “templos sagrados de fecundidad” donde acudirían mujeres y hombres con problemas de esa índole. Esta ruta se encuentra en el sector sureste de La Hoya, en las localidades de Piracés, Ayera, Fañanás, Ibieca, Sesa, Tramaced y Velillas.
Para visitar:
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