Capital altoaragonesa y centro neurálgico de la comarca, Huesca contiene todos los ingredientes para hacer de ella un destino turístico de primer orden.
Su historia, con más de 2000 años de antigüedad, la convierten en una localidad atractiva a nivel cultural y patrimonial.
Desde el tiempo de los íberos, momento del que se guardan piezas en su Museo Provincial, pasando por los romanos y la importancia de su más fiel y carismático gobernante, Quinto Sertorio, hasta la llegada de los musulmanes, que pasarían aquí cuatro siglos y nos dejarían importantes construcciones como la potente muralla defensiva contra los cristianos, que serían derrotados por las tropas de Pedro I el 26 de noviembre de 1096 en la Batalla de Alcoraz, Huesca combina patrimonio, historia y leyenda en un recorrido en el que ha ido cambiando su nombre (Bolskan, Osca, Wasqa y Huesca) y su apariencia para regalarnos lo que es hoy en día: una ciudad rica y llena de encanto en sus más sorprendentes y desconocidos rincones.
Si paseamos desde el centro económico de la ciudad, el visitante se encontrará con edificios de gran valor estético, como el Círculo Oscense o Casino, un palacio modernista inspirado en los famosos castillos del Loira, cuya belleza reluce en sus muros blanquecinos y refinadas yeserías. Fue proyecto de un discípulo de Gaudí: Ildefonso Bonells, y formó parte del empeño modernizador de la burguesía de la ciudad a principios del siglo XX.
Dejando a un lado el casino y el palacio historicista de Hacienda, nos adentramos desde la Plaza de Navarra, con la Fuente de las Musas engalanando su centro, en los Porches de Galicia, lugar de gran trasiego diario, espacio de trabajo y ocio oscense donde se encuentra el renovado edificio de la Diputación Provincial (que guarda obra del reconocido pintor Antonio Saura en la decoración de uno de sus techos, que forma parte de su insignia institucional).
Siguiendo la dirección de los porches hacia el casco histórico, atravesando el cruce de los dos cosos, el Alto y el Bajo, que forman el perfil de las antiguas murallas, llegaremos hasta la amplia Plaza del Mercado o de Luis López Allué. En ella se dan cita la Oficina de Turismo y uno de los establecimientos con más solera de la ciudad: la tienda de ultramarinos más antigua de España, La Confianza.
Nuetros pasos podrán dar un giro hacia la derecha para encontrarse con la Plaza de San Pedro y el Monumento Histórico Artístico que le da nombre: La iglesia del antiguo Monasterio benedictino de San Pedro el Viejo. Este bello edificio guarda entre sus muros la magia del románico de principios del siglo XII, así como unas ricas pinturas murales del siglo XIII y la joya, el claustro románico con treintaiocho capiteles historiados, dieciocho de los cuales son originales. Dentro de este distinguido patio se ubica el Panteón Real del Reino de Aragón, con las tumbas de dos insignes reyes: Alfonso I el Batallador, líder y conquistador de Zaragoza en 1118, y Ramiro II el Monje, protagonista de una célebre leyenda, “La campana de Huesca”.
Tras disfrutar de este encantador edificio, sigamos subiendo hasta la cumbre del cerro en el que se ubica la antigua ciudad de Huesca y descubramos su monumental catedral gótica.
Su exuberante aparición nos atrapará: una portada formada por un gran arco ojival que da cobijo a otras tantas arquivoltas paralelas que se engalanan con las figuras de los apóstoles, los santos patrones de la ciudad, San Lorenzo y San Vicente, la Virgen entronizada, los Reyes Magos y varios ángeles que dan protección a todo el conjunto. Su torre nos aporta la verticalidad propia del gótico, y nos ofrece desde su cima algunas de las mejores panorámicas del entorno.
Frente a ella, la Casa Consistorial. Un elegante palacio de estilo renacentista aragonés con espacioso patio y escalera palaciega que guarda entre sus muros sus orígenes góticos y otra de las joyas de la ciudad: el cuadro de José Casado del Alisal que representa la “Leyenda de la Campana”.
Sin duda, no hay que perderse la riqueza del patrimonio conservado en sus museos: el Museo Diocesano, el Museo Provincial, el Museo Pedagógico de Aragón y el Centro de Arte y Naturaleza CDAN. Fundación Beulas.
Alrededor del casco histórico, los curiosos podrán visitar también otros edificios relevantes, como el Palacio de Villahermosa, la iglesia de San Vicente, el Teatro Olimpia, la iglesia de San Lorenzo, que cada 10 de agosto se engalana para presidir las Fiestas Mayores de la ciudad, declaradas de interés turístico nacional, o la iglesia de Santo Domingo y San Martín, que bien merece la pena una visita a su interior de artificioso y refinado barroco.
A escasos kilómetros de la población, para perderse un poquito pero sin grandes riesgos, proponemos la visita al Convento de San Miguel o “Las Miguelas”, cuya iglesia es un ejemplo de la transición del románico al gótico, el Santuario de Santa María de Salas, obra del siglo XII remodelada en el siglo XVIII, o la ermita de Loreto, rodeada de su espectacular alberca.