Enclavada en uno de los rincones más espectaculares de la Hoya de Huesca, la localidad de Riglos sobresale en todos los aspectos posibles por su belleza y presencia ante la vista y mirada atenta de sus visitantes.

Adentrarse entre sus calles es caer rendido ante la magnitud de las peñas que la cobijan. Su callejero es algo tortuoso y escalonado, con la intención de aprovechar al máximo el terreno a los pies de los mallos a los que debe su fama y belleza.

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Entre el caserío destacan algunas construcciones. A la entrada del pueblo podrán disfrutar de la pequeña ermita románica de San Martín (siglo XII), muy sencilla, de una sola nave, con algunos canecillos esculpidos de talla interesante y vivaz. Más arriba, casi tocando la base de los mallos, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Mallo, donde se veneran dos vírgenes románicas: la virgen del Mallo y la de Carcavilla.

Todo es pueblo es inundado por la magnitud y gran presencia de esos imponentes paredones de conglomerado que forman los famosos mallos, formados durante millones de años y dispuestos hoy para goce de curiosos, amantes de la naturaleza y del deporte, en concreto la escalada.

Además, estos mallos también tienen la virtud de ser asiento de una de las colonias de buitre leonado más importante de Europa, por lo que aquel interesado en la observación de aves no puede perderse este rincón, ni tampoco el Centro de Interpretación ARCAZ, especializado en la explicación y difusión de esta riqueza natural.

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