El pequeño caserío de Vadiello no posee excesivo interés como núcleo, pero sí por todo aquello que lo rodea, y es que el embalse homónimo está circundado por algunas de las muestras naturales más espectaculares de la Hoya de Huesca. Se trata de los mallos de Ligüerri, en los que destacan dos de sus monolitos, la Mitra y el Puro. En los alrededores destaca también el barranco de Isarre, en el que se encuentra la ermita de San Chinés.
Dentro de los iconos de esta zona está el Huevo de San Cosme, pero también el Pico Borón, el barranco del Diablo, de Lazas y un largo etcétera que sólo puede hacer al visitante acumular emoción en la visita de estos magos escondidos de conglomerado.
Su casco urbano se sitúa sobre un saso al oeste del río Guatizalema, sobre una zona donde se forma una profunda vaguada.
Como otras poblaciones del entorno de Loporzano, Sipán también perteneció a la Abadía de Montearagón.
La irregularidad del terreno hace de su trazado urbano una estructura algo sinuosa y quebrada, quedando en el extremo de la calle principal el templo parroquial dedicado a María Magdalena, un sencillo edificio de sillería con torre en la fachada y portada de medio punto que apoya en esbeltas jambas. La construcción data del siglo XVI.
En los alrededores se encuentra la ermita de Santa Lucía, que mezcla dos etapas constructivas, del siglo XVI y XVII; destacando de entre todo su patrimonio, el puente ojival de origen medieval que cruza el río Guatizalema.
Sipán celebra sus fiestas el 22 de julio por Santa Magdalena, el 13 de Diciembre por Santa Lucía, y el 20 de enero por San Fabián; además, se une al resto de poblaciones en las romerías a la ermita de San Cosme y San Damián, el 9 de mayo, y a la Virgen del Viñedo, el 1 de mayo.
Entre los arroyos Ripa y Prieto encontramos el escalonado caserío de Sasa del Abadiado.
Antiguo lugar perteneciente a la cercaba Abadía de Montearagón, la población se distribuye en torno a una plaza dispuesta en dos niveles de manera que la iglesia quede como protagonista central de uno de ellos.
Los casales que configuran el núcleo urbano son potentes, macizos y de grandes dimensiones, así como la iglesia, un templo dedicado a Santa María que bebe de proyectos renacentistas, pero que fue posteriormente reformada en el siglo XVIII.
En los alrededores encontramos la ermita de San Vicente, un pequeño templo arruinado de tipología popular, pero en un entorno de gran encanto; también de interés, una necrópolis medieval de sarcófagos y lajas, y la fuente de la Cueva, de aguas medicinales.
La localidad celebra sus fiestas el 22 de mayo, por Santa Quiteria, y el 22 de enero, por San Vicente, así como incluirse como otro de los pueblos que llegan hasta la ermita de la Virgen del Viñedo en cada romería del 1 de mayo.
Al borde de las gargantas del río Guatizalema, sobre una gran altura en el extremo de la Sierra de la Gabardiola, encontramos icónico perfil de Santa Eulalia la Mayor.
Su torre, un baluarte defensivo del siglo XI, enseñorea su posición a 867 metros vigilante de todas las posiciones limítrofes, de ahí su valor estratégico en el momento de su construcción, y que hoy nos permite disfrutar de grandes vistas de todo el entorno.
El caserío se acomoda escalonadamente al desnivel en el que se ubica la población, dejando en una posición relevante a la parroquial, templo del siglo XVII dedicado a San Pedro.
En los alrededores el visitante se podrá topar con ejemplos patrimoniales muy relevantes que pertenecen a diferentes épocas históricas y prehistóricas. En primer lugar la ermita de Sescún, un sencillo monumento de estilo románico en transición. Por otro lado, el despoblado medieval de Isarre. Y situándonos en otro tiempo, la cueva-santuario de San Chinés, de raíces hispano-visigodas y el abrigo de “Cuatro Vientos”, con secuencias del Eneolítico y Bronce.
Santa Eulalia, o Santolaria, celebra sus fiestas el 2 de febrero, en honor a la Santa homónima; las fiestas menores se honran por Pentecostés, y por supuesto, la romería hasta la ermita de la Virgen del Viñedo; Santolaria acude en celebración a este centro devocional por excelencia para las localidades del entorno.