En Ayera se topará el visitante con uno de esos lugares que ofrecen sorpresas más allá de las apariencias.
Algunas de sus casas muestran la buena tradición constructiva de la zona, mostrando portadas bien doveladas y bases de sillería.
El caserío rodea la iglesia parroquial, dedicada a San Miguel, con planta de cruz latina, cubierta con cúpula en el crucero y bóveda de lunetos en el resto, configurando así una estructura muy habitual en el siglo XVII.
A escasos 200 metros, al nordeste de la población, se encuentra la ermita de San Esteban o San Fertús. Se trata de una sencilla construcción medieval que conserva algunos arcos apuntados realizados con dovelas de buena sillería. Destacables son las tumbas antropomorfas que se encuentran en su entorno, que dirigen su eje en dirección este-oeste, como era habitual en tiempos de reconquista.
Tomando la ermita como punto de partida se podrá acceder hasta la ubicación de la conocida como “piedra de los moros”. Se sitúa a unos 1500 metros al norte-nordeste del pueblo, si tomamos la pista que pasa a poniente de la ermita de San Esteban. Se trata de un afloramiento rocoso manipulado morfológicamente; con el aspecto de un gran falo perfectamente esculpido, emerge entre campos de cereales y rodeado de bosque de encinar a medio camino entre Ayera y Castilsabás. Se trata de una roca relacionada con ritos esotéricos asociados a la fertilidad. De hecho, en su interior, queda espacio justo para una persona en cuclillas.
Su ubicación es la que hace de esta localidad algo especial y su imagen sorprendente, ya que, casi disimulada en el terreno, emerge de la ladera de un monte que inicia su entrada hacia el valle de Vadiello, enmarcando su perfil en el fondo de una naturaleza pintoresca.
Su escaso caserío es presidido por la iglesia de Santo Domingo.
La almunia es un topónimo que muchos relacionan con el árabe almunya, que significa huerto.
La localidad celebra sus fiestas el 4 de agosto, como fiesta mayor. Sus fiestas menores son el 22 de enero, por San Vicente, y el 8 de diciembre la Purísima Concepción.
Emplazada en una pequeña colina y con unas bellas vistas panorámicas de la sierra, Aguas despliega su escueto caserío con la sencillez de lo tradicional.
Su parroquial, de época moderna, está dedicada a Santiago, y ofrece desde su zona lateral un espacio para el deleite de la vista, ya que se ha emplazado un mirador de la sierra que bien merece ser tenido en cuenta.
Desde Aguas se puede acceder, a pocos kilómetros al espectacular embalse de Calcón, al pie del Tozal de Guara, techo del Prepirineo.
La localidad celebra sus fiestas el 25 de julio, en honor a Santiago Ápostol, también el 18 de noviembre por San Román, y finalmente el 9 de mayo se celebra la romería a las ermitas de San Cosme y San Damián.
Situado entre dos ríos, Flumen y Botella, la localidad de Loporzano es una de las puertas hacia la sierra, uno de los puntos desde donde adentrarse en el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.
En el centro de su caserío, la iglesia parroquial dedicada a San Salvador, que aunque comenzó a edificarse a finales del siglo XVI por Hernando Abadía, su importante ampliación data del siglo XVIII.
Si nos centramos en la arquitectura civil, Loporzano cuenta con buenos ejemplos de casonas típicas del pie de la Sierra de Guara, muchas de ellas enseñoreando potentes escudos de armas de las familias importantes de la localidad.
En uno de los rincones del pueblo encontrará el visitante la fuente de “El Amorcillo”, obra del artista parisino Durenne, del siglo XIX, creando un curioso contraste de estilos en su callejero.
Loporzano celebra sus fiestas el 20 de enero por San Fabián y San Sebastián, el 13 de junio por San Antonio de Paula. Igualmente, el 1 de mayo tiene lugar la romería a la ermita de la Virgen del Viñedo.